Cinco poemas de Roy Sigüenza
Roy Sigüenza
Traducido por Kimrey Anna Batts
Número revista:
4
Válvulas
I
¿Será la luna trapeada
esa vena que fluye
por las piernas de la prima?
¿El día que ha sido bueno
porque aspiramos agua
el reino de la buenaventura?
O entrados en clínicas
nos perdimos
dorando tumbas en los patios
¿Será la vida un tapado de camello?
II
Con la noche se escurre
la sombra (va a beber vacíos).
Por la pared de los quedados
se esparce la muerte.
Perros que dicen monosílabos
hacen bultos para sus despedidas.
Solo un hombre aprende del frío
la moldura del silencio.
Caminemos, allegados míos,
caminemos lejos
de esta ciudad descascarada.
Valves
I
Might this vein flowing
through the cousin’s legs
be the well-scrubbed moon?
Has the day been good
because we inhaled water
the kingdom of good fortune?
Or admitted to clinics
we lost our way
gilding tombs on the patios
Might life be a camel overcoat?
II
The shadow slips away
by night (off to drink chasms).
Death spreads out along
the wall of the left-behind.
Dogs speaking in monosyllables
pack bundles for their farewells.
Men alone learn how silence
is molded from the cold.
Let us walk, my dear ones,
let us walk far
from this dehulled city.
Develamiento
[a]
Las palabras están ahí, en lo oscuro —su agua
primera—; luego el poema, esa fertilidad anudada.
[b]
Los comedores de agua
Bajo tierra la ciudad pierde la cara.
El Homo topus no busca comida ni bebida,
busca el cuerpo,
la llamarada de la noche —el fuego negro—.
[c]
Edicto
«Los cuerpos —sin dios ni ley, sin orden ni moral—
deben ser troceados, quemados, asfixiados,
desangrados. Los cuerpos a golpe, a cuchillo, a
bala, a palo, a piedra, a como dé lugar».
[d]
Summa
La poesía come carne prohibida.
Revelation
[a]
The words are there, in the shadows —their first
water—; then comes the poem, that knotty abundance.
[b]
The water-eaters
Underground the city loses its face.
The Homo topus looks for neither food nor drink,
it seeks the body,
the surge of the night —the black flame—.
[c]
Edict
“The bodies —with neither god nor law, neither order nor morals—
must be chopped up, burned, asphyxiated,
bled. The bodies by blows, by knives, by
bullets, by sticks, by stones, by any means necessary.”
[d]
Summa
Poetry feasts on forbidden flesh.
En el hotel
I
Una cama es todo lo que hay aquí
Sobre ella innumerables cuerpos se recuerdan
II
«Está prohibido escribir en las paredes»,
señalaba un edicto en la pared del cuarto,
«todo lo demás está permitido»,
le agregamos él y yo, riéndonos
III
Alguien estuvo antes de mí
en este cuarto
solo
y supo
que alguien estuvo antes de él
en este cuarto
solo.
In the Hotel
I
All there is here is a bed
Upon it, countless bodies remember one another
II
“Writing on the wall is forbidden,”
reads a dictum on the wall of the room,
“everything else is allowed,”
he and I add, laughing
III
Someone was here before me
in this room
alone
and he knew
that someone was here before him
in this room
alone.
Puerto Manta
los pájaros dejaban ver sus cantos
tú cuidabas el silencio donde caía el mar
(era viento lo que blanqueaba en la playa)
el atún la albacora los perros de agua
desovaban preguntas por la arena
eras una desaparición
cuando me tendiste tus manos de sal.
Manta Port
the birds allowed their song to be seen
you tended to the silence where the ocean fell
(what whitened the beach was wind)
the tuna the albacore the otter
spawned questions across the sand
you were a disappearance
when you offered me your salt hands.
Paradise Now
Para Raúl Pacheco.
Si todo en este mundo dejará de existir,
Tú, supón que no existes; y ya que existes, goza.
Omar Jayyam
La oscuridad barre a la gente,
es como la muerte:
hace lo que quiere.
Foucault diría cosas que ya conocemos:
la vigilancia, lo panóptico,
pero no nos alegra; no hemos olvidado
que la mortalidad es el acuerdo:
duramos poco
para reñir. Las manos, los cuerpos
tienen otras urgencias:
ir a los lechos;
a otros cuerpos,
o a cualquier lugar sigiloso,
donde celebrar, beber vino y olvidar
lo que alguien advirtió sobre la muerte.
Paradise Now
For Raúl Pacheco
A Jug of Wine, a Loaf of Bread —and Thou
Beside me singing in the Wilderness—
Oh, Wilderness were Paradise enow!
Omar Khayyam
Darkness dispels people,
like death:
it does what it likes.
Foucault would say things we already know:
watchfulness, panopticism,
but that doesn’t bring us joy: we haven’t forgotten
that mortality is the accord:
we don’t last long enough
to quibble. Our hands, our bodies
have other urgings:
go to our beds
to other bodies
or to any secretive place,
in which to celebrate, drink wine, and forget
what someone once warned about death.