Narrativa
Fiebre de carnaval
Yuliana Ortiz Ruano
Número revista:
10
Un día antes de carnaval, las ñañas, que no son realmente mis ñañas sino las ñañas de mi mami Checho, pero que qué horrible la palabra tía y que ellas son jóvenes y no unas viejas de mierda, me peinaban la cabeza como arañas. Me hacían las trencitas de carnaval sentadas en las sillas del comedor de madera y yo sobre el suelo también de madera; veía los perros pasar, las horas, llegaba el sueño y ellas seguían en la tejedera. Nos echaban agua y brillantina en el pelo, lo descarmenaban entero antes de empezar a trenzar y una vez iniciada la peinada solo la podía parar el fin del mundo.
El reverso glacial de su recuerdo
Mauricio Zuleta
Número revista:
10
...Es una representación terrenal de los tres espacios reservados a las almas después de la muerte, donde una clase social en particular ocupa todo el cuadro. En el infierno, pequeño para la gran cantidad de gente pobre que se agita sin descanso en las calles, se barruntan las chimeneas de las fábricas en lontananza que llenan la atmósfera de humo y tiñen el cielo de rojo; en el purgatorio, de altos edificios y parques comunales, las personas se mueven ordenadamente entre la oficina y el hogar, en carro o a pie, sin alzar la vista nunca porque no se ve más allá de las terrazas y los techos...
Degenerado
Ariana Harwicz
Número revista:
10
Tiempo de receso. Banco, pasillos, salas con ventanas de vitrales. Tengo la impresión de haber sido un piadoso. Ahora yerro y la luna está casi a mi altura. La puedo tocar, abalanzarme, embocarla. Estoy en la carretera sinuosa de casas de capotas irregulares, barandas y perros de raza dormidos con sedantes. Estoy sufriendo cigarrillo tras cigarrillo. Estoy maldiciendo frase a frase. Yo no podía, no podíamos papá alejarnos de ella unos kilómetros. Era algo que fallaba cada vez. Mis hermanos y yo nos subíamos a sus piernas y ella se tiraba a dormir con nosotros encima, le pesábamos tanto, nos dejaba echados alrededor suyo, a papá le estorbábamos, nos tiraba afuera. Me retiran del pasillo hacia otra sala más pequeña y custodiada, las manos con esposas.
La española cuando besa
Fernando Iwasaki
Número revista:
10
Contemplando cómo se besaban y acariciaban indiferentes al mundo, me pregunté si a mí podría ocurrirme algo así. ¿Cómo saberlo si nadie jamás me ha mirado de aquella manera? Mi marido no es tierno, pero tampoco se pone animal como aquel hombre se estaba poniendo en la barra. Y la chica, qué fuerte, dejando al novio en la estacada. Esa mujer se estaba entregando a un desconocido tan sólo por una mirada que la había hecho sentir única, deseada y especial. Las bragas se me estaban empapando cuando el novio regresó al Goody's dando un portazo.
Anatomía transparente
Rommel Manosalvas
Número revista:
10
Me tomo una píldora roja. Hoy el cuerpo me arde, me escuece en lugares a los que no llegan mis dedos. Me tomo una píldora y me echo en la cama. Afuera, el ruido de los carros; adentro, solo el golpear de vísceras en habitaciones angostas haciendo vibrar los cristales. O es que mis ojos tiemblan y se enturbian.
Me quedo dormido y sueño con trenzas larguísimas, con blusas floreadas. Sueño con moscas que brillan como constelaciones inquietas. En mi garganta se acunan gritos que devuelvo sobre un papel convertidos en palabras como miedo, sexo, enfermedad, muerte.
Las Marías de José
Gabriela Polit Dueñas
Número revista:
10
La venganza es una miel, y el néctar de esta venganza sale de un libro en el que las palabras estaban unas sobre otras. Fue editado en el 58, ya no tiene lomo que lo mantenga unido, su dueña lo sostiene con una liga de goma, por eso el libro estaba acostado. De sus páginas descuajeringadas salieron palabras como vacas salvajes, tomaron el rumbo que quisieron y llegaron hasta donde estoy yo, en otro libro abierto. Este es sobre migración y los problemas de este siglo desventurado, lo que explica que la historia que voy a contar no es mía, o no es solo mía. Es también de don José de la Cuadra, la escribimos a cuatro manos, casi como sugiere su apellido.