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diccionario

Ἀδιόριστος

El año del encierro eterno, el tiempo quedó comprimido en una minúscula partícula de polvo que atravesó el aire y esquivó cuanto pudo los restos de la infección y las cenizas. La cara oculta del viento realizaba muecas y aventuraba toda clase de figuras tras los retazos de tela que cosían, como colchas, los rostros atemorizados de las personas. Era un viento femenino, pues traía lluvia. Aquel empujó al tiempo contra la materia y lo ató a un libro, ahogado en una de las tantas gotas que empaparon las páginas ya para entonces envejecidas. Tales fueron las circunstancias del hallazgo: encuadernación rústica, por no decir selvática, donde apenas eran legibles, como musgo sobre las rocas, las letras: M     M  I  R. Andrés Cordero, de ojos de ternero, vio en aquel enigma el nombre María Moliner, donde otros podrían haber leído Mando Militar. Es de suponer que el título de este diccionario es de igual manera apócrifo y, sin embargo, siendo el “Corcho” Cordero cuidador de un zoológico cerca de Cuenca además de enamorado del espíritu del alcohol, presumimos que separó y secó las páginas de aquel volumen que cayó, más pasta que libro (y tiempo después se sabría que numerosa pasta de carácter más eufórico circulaba por las manos de Andrés), entre sus dedos acostumbrados al trato de habitantes del encierro.

Última definición

estantigua

De la postura estatuil del miedo.

1. f. Parapsicol. Evento que no posee explicación científica de cuando un hombre no logra ponerse los calcetines porque sus pies han desaparecido, pero puede seguir caminando.

2. f. Ritual de los Bárbaros que representa la rebelión en contra de las sectas y doctrinas gnósticas, es decir, en oposición a toda formulación dualista que, a su vez, es la condición de cualquier pensamiento.

3. f. Mit. Es la criatura más antigua y peor vestida del universo. Con tantos años sobre sus espaldas —deben ser muchas, pues la idea de que sea una sola provoca espanto—, olvida su permanencia en el mundo. Por eso, en las noches, desde hace siglos, deambula por calles, trepa por los tejados, examina el fondo de los armarios, mira bajo las camas y cuando se siente observada pregunta: ¿está antigua?

4. f. Jolgorio fantasmal de carácter privado, prohibido para aquellos que aún no han experimentado la claustrofobia del alma dentro del ataúd.

Todas las definiciones

avejentado, a

Del ladino aveja y ave que volaron, como el tiempo, para convertirse en otra cosa.

1. inus. n. Referente al paso del tiempo medido en la profundidad de las arrugas, los hoyuelos y los pliegues de la cama.

2. adj. Que vive para los finos hilos verdes con que crecen las plantas y los finos hilos blancos con que teje su pasado.

3. adj. Ilusión de antigüedad que caracteriza a algunos muebles que en realidad no son tan viejos, y que, por su aspecto, dan un toque clásico y elegante al hogar que los posee. No obstante, vejez anticipada que escandaliza a los vanidosos dueños de casa, perturbados ante la repentina blancura de su cabeza y las arrugas del entrecejo.

azulete

Del náhuatl Xiuhuitl,Toxpalatl, Texotli, Cuitlatexotli, Matlalli, Tlaliac.

1. T. lit. Azulismo. Proveniente del viejo mundo en donde se usaba para escribir cartas de índole homoerótica, poliamorosa o suicida ya que sus intenciones tomaban otra tonalidad una vez escritas. Nótese que solo podrían categorizarse en este grupo las cartas escritas sobre papel blanco en espera de la transformación. 

2. m. El color azul secreto y el aroma de queso rancio que se da a las medias de seda y a otras prendas de vestir.

3. adj. Transparencia recatada y bien vista.

babieca

Del balbuceo proferido por los espectadores de bebés luchadores de sumo de proporciones no áureas.

1. m. Corcel que, por su nobleza y quizá una salivación excesiva provocada por los olorosos pastos, se confunde con su jinete, por lo usual una persona negligente y boba.

2. f y m. Nombre que da una persona con visión de topo a caballos rocinantes, burros, presidentes o luchadores de sumo.

3. m. Animal que comparte los Establos Elíseos junto con otros heroicos caballos, como Pegaso, Bucéfalo y Rocinante.

báciga

Del italiano bazzica, que deriva del latín medieval baccinum.

1. f. Antiguo juego de cartas en el más antiguo juego de perder dinero.

2. m. Set de preservativos. Precaución: el hecho de que el set sea consumido no asegura el placer de su pareja.

3. f. Juego de cartas de origen francés que requiere de gran inteligencia e ingenio. En la actualidad su falta de popularidad se debe quizá a la carencia de dichas cualidades.

bausán,na

Del anglosajón ent.

1. f. y m. Súbita visión de paja, trapo y heno en la perspectiva de la espada que atraviesa una muralla de armadura para morder la nada: metáfora de la humanidad.

2. adj. Referido a estados oníricos peculiares; calificativo usado por los padres de estudiantes de Filosofía, Antropología, Sociología y Literatura para describir ciertos estados anímicos en sus hijos.

3. m. y f. Figuras rellenas de paja o heno que se vestían con armas para simular a un combatiente. El historiador Ignacio Ficiago, en su libro “Hechos anecdóticos de la Antigüedad”, cuenta la historia de cierto rey que, debido a su crueldad y avaricia, fue abandonado por la mayoría de sus súbditos. Por lo que ordenó colocar figuras rellenas de paja detrás de las almenas de la fortaleza. Sus enemigos, aterrados ante el número de soldados que protegían la ciudadela, huyeron despavoridos. El monarca había mandado poner una cantidad considerable de heno, haciendo que pareciesen hombres de dimensiones sobrenaturales. Por todos lados se extendió el rumor de los “Guerreros del rey Jules”, descendientes directos de los ogros y gigantes de las leyendas antiguas.

beata, o

Derivada del anglicismo Beat.

1. adj. Persona que camina con un ritmo distinto o que no mantiene el ritmo mientras baila salsa.

2. f. y m. Códice ilustrado que recoge los comentarios de Beato de Liébana sobre el Libro del Apocalipsis de San Juan. Texto de una popularidad inigualable durante la Edad Media y que sobresale por la exuberancia de su mediocridad: en él, Beato hace la función de antólogo, recopilando comentarios de otros hombres ilustres, no obstante, citándolos erróneamente, omitiendo palabras, cambiando sentidos y añadiendo fragmentos que parecerían haber sido dictados por el mismísimo azar. Por último, en su afán por explicar detalladamente cada elemento del Apocalipsis, argumenta la ambigüedad de ciertos pasajes adscribiéndolos al reino del mal: pueblos desconocidos, bestias extrañas y los desiertos conservan su inaccesibilidad en tanto que imaginadas por el demonio.

3. adj. Persona dedicada al oficio de ver y atar, que halla regocijo porque no es partícipe de aquello que mira y enreda, como los místicos, como todos quienes ingresamos en las redes sociales, como el pescador que regresa a casa con su caña, su anzuelo y un ramo de pensamientos.

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